El Nissan S30 (en Japón Nissan Fairlady Z y en otros mercados vendido como Datsun 240Z ) fue el primer representante de los coupés biplazas Z GT, siendo diseñado por el equipo de Yoshihiko Matsuo y producido por Nissan en la planta de Shatai entre 1969 y 1978. Obtuvo un gran éxito en países como EE.UU gracias a su precio competitivo frente a las opciones de vehículos europeos como Jaguar, BMW o Porsche. Fue un vehículo que ayudó a construir fuera de Japón una reputación país fabricante de coches de calidad y económicos de mantenimiento, comenzando una saga que continúa hasta hoy.
El primer 240Z que se comercializó en Estados Unidos lo hizo en 1970 gracias a la visión del presidente de Nissan Motors USA Yutaka Katayama, conocido como "Mister K". Estos vehículos incorporaban el motor L24 de Nissan, un bloque con 2.4 litros de cilindrada y seis cilindros en línea que producía 150 CVs, siendo alimentado mediante carburadores Hitachi y con transmisiones manuales de cinco velocidades (cuatro para EE.UU) o caja automática de tres relaciones. La suspensión era independiente en sus cuatro ruedas y los frenos de disco delante y tambor detrás, que bastaban para detener a un vehículo que pesaba poco más de una tonelada justa y que alcanzaba los 201 Km/h con un gasto medio bastante contenido de 11 litros a los cien kilómetros recorridos.
El vehículo demostró tener unas dotes de "corredor de fondo" gracias a la robustez de su motor, por lo que Nissan desarrolló sobre su base un modelo para competir en competiciones extremas como el Safari Rally, que ganó en la edición de 1973 conducido por Shekhar Mehta. La leyenda del 240Z no había hecho más que comenzar, y así lo reconoció la revista Sports Car International al nombrarlo como el segundo mejor coche deportivo de la década de los 70.
Nuevamente Kyosho nos obsequia con una miniatura excelente por su precisión y calidad. Lo cierto es que un vehículo como el 240Z no merecía menos y el listón queda colocado muy alto, dudo mucho de que otra marca de miniaturas consiga recrear este modelo a 1:43 con más detallado y calidad. El molde y sus franquicias son muy finos, el pintado excelente (así como el interior) y por si fuera poco le podemos echar un vistazo al motor, que se abre gracias a una llavecita incluida al estilo de los abrelatas antiguos (ésta se introduce por un orificio inferior y, al empujarla, el capó se abre). Una miniatura preciosa de un gran coche, que a muchos de nosotros nos hizo conocer las primeras creaciones deportivas de la industria del motor japonesa.