Producido a partir de 1992 en un número de diez mil ejemplares aproximadamente, el primer Lancer Evo fue lanzado con el eslógan "En el rango más alto de los sedanes deportivos". Esta variante del sedán familiar Lancer fue concebida con el fin de servir como homologación para WRC, siendo caracterizado por su tracción total y su impresionante relación peso potencia (superior incluso a la del Skyline GT-R 32) sin obviar el lado práctico de un vehículo familiar.
Para hablar del Evo es necesario ante todo mencionar que fue un desarrollo efectuado sobre el Lancer 1800 GSR trasplantando su motor turbo 4G63 y la transmisión del Galant VR 4. La evolución del concepto fue tan radical y enfocada al mundo de la competición que supuso una ruptura total con el planteamiento original; estos automóviles (cuya saga finalizó en 2016) fueron originalmente pensados para ser distribuidos únicamente en su país de origen pero con el éxito internacional de su gran rival histórico (el Subaru Impreza WRX) Mitsubishi se decidió a exportarlo oficialmente a partir de 2003.
El primer modelo de la serie equipaba un bloque de cuatro cilindros en línea con dos litros de cubicaje complementado por un turbocompresor, insertado en una convencional carrocería de cinco puertas y una buena altura con respecto del suelo. Este vehículo poseía una excelente potencia de 250 CVs y una caja de cambios manual de cinco relaciones, pero fue evidente que hubo mucha y precipitada improvisación al usar un propulsor tan inadecuado en una carrocería de taxi de Oriente Medio.
Tal vez por eso el primer Evo no tuvo apenas publicidad, pero esa falta de fe de Mitsubishi se vio contrastada por un gran éxito de ventas al agotarse en solamente tres días la limitada producción inicial de 2.500 unidades (y eso que ni se podía ver en concesionarios). No obstante el fabricante reaccionó y fabricaron más ejemplares, en concreto 7.628 hasta la aparición de la segunda serie en 1994.
Como nota negativa, los afortunados compradores de esta primera serie tuvieron que padecer la falta de rigidez de la carrocería, la ausencia de un diferencial de deslizamiento limitado (salvo en la versión GSR), una falta de refrigeración adecuada y unos neumáticos inadaptados. Pero gozaron grandemente con la genial suspensión trasera multibrazo y la sensación que suponía "ajusticiar" a muchos otros vehículos con aspecto real de deportivos que se veían, con gran sorpresa de sus conductores, muy superados en las carreteras reviradas o cuando el camino se volvía falto de adherencia.
Procedente de una colección sobre "youngtimers" GTi, este Mitsu de "padre desconocido" (aunque por apariencia parece totalmente de IXO) representa uno de los primeros Evos que solamente veíamos por la Península en campeonatos de rally, ya que en los 90 todavía no eran tan populares los sedanes japoneses como lo fueron años después. En todo caso el modelo es "pintón" y goza de un molde muy bueno, con unas franquicias estupendas e incluso algunos perfilados en contraste. El interior es tal vez muy sobrio, pero refleja la falta de imaginación de los nipones de entonces a la hora del diseño (ellos se concentraban en que fuesen duros ante todo). No me gustaron demasiado el aspecto de las ruedas por su grosor, los "pinchitos" de los faros ni tampoco veo que le peguen mucho esas matrículas que le colocaron, pero en el resto de detalles se esmeraron bastante y además es un modelo poco visto antes, por lo que recomiendo su compra.