Berliet GPRK 10 furgón frigorífico Chéreau de IXO/Hachette

Pertenece a una colección temática francesa sobre camiones Berliet, de la ed. Hachette

Dotado con una excelente longitud, el chasis del Berliet GPRK 10 podía acoger una carrocería de hasta 9 metros. Algo que supo aprovechar el especialista francés Chéreau al escogerlo como soporte de un furgón frigorífico integral capaz de enfriar la mercancía hasta los 25 grados bajo cero y llevarla a una velocidad máxima de 70 Km/h rodando a plena carga.

El camión GPRK 10 sucedió en 1959 a los modelos GBM y GBO, unos vehículos emblemáticos entre los grandes ruteros de Berliet. El GPRK 10 fue uno de los últimos camiones rígidos de gran tonelaje antes de la difusión general en Europa de los conjuntos de tractora y semirremolque a mediados de los años 60. Este camión autoportante pesado de tres ejes estaba construido en aleación ligera y se basaba en un chásis de dos largueros de chapa ligera embutida en forma de U, lo que dotaba al conjunto de una gran robustez y ligereza.

Según las pruebas efectuadas por la prensa especializada se destacó el manejo de la dirección asistida, su acogedora cabina "Relaxe", la caja de cambios ZF de ocho velocidades "Synchromat" con gama de bajas y altas y sobre todo su potente motor diesel "Magic" (licencia MAN) de seis cilindros y 9,5 litros de cubicaje que rendía 180 CVs. sin un exagerado consumo de combustible, establecido en 45 litros a los cien kilómetros gracias a un diseño que priorizaba una mezcla homogénea.

Por su parte, Chéreau, un carrocero especialista de Avranches en el transporte frigorífico desde 1955, sopesó todas estas cualidades a la hora de crear una nueva serie de furgones desmontables para el transporte de piezas de carne suspendidas, estimando la carga máxima en 17 toneladas. Esta caja comprendía una serie de paneles exteriores de poliestireno para las paredes, poliéster para el suelo y paredes interiores en acero inoxidable para facilitar el lavado diario. El grupo enfriador, de la marca francesa OBV, comprendía un condensador, el compresor y una serie de ventiladores incorporados sobre el techo de la cabina, lugar donde el conductor podía controlar la temperatura de la caja. Todo el proceso de enfriamiento era movido por un grupo electrógeno con motor a gasolina emplazado bajo el chásis y entre los ejes; a pesar de su buen funcionamiento serían los aparatos compactos "Thermo King" los que coparían el mercado a partir de 1963.
























Causa gran impresión contemplar uno de esos enormes furgones frigoríficos en miniatura como el que nos propone Hachette, en el que uno puede estar un tiempo contemplando detalles por doquier; este tipo de vehículos son los antepasados directos de los actuales "frigos" y aunque fuesen menos capaces sí nos resultan más vistosos. En este caso lo que primero salta a la vista es el buen trabajo del tampografiado, pero también cuentan el interior de la cabina y el aspecto del frontal. Algo menos definida se encuentra la trasera, pero ello no quiere decir que sea mala. Es una pieza sorprendente y hasta espectacular, una miniatura que ya escasea un poco y que merece mucho la pena (al igual que casi todos los modelos de la colección).