Pertenece a una colección temática francesa sobre camiones Berliet, de la ed. Hachette
A partir de 1936 los GDR 7 de siete toneladas de carga útil fueron muy apreciados por los transportistas debido a su robustez y fiabilidad. Dotado además de unos potentes frenos Westinghouse de aire comprimido a partir de 1948, el GDR 7 W fue el último modelo de su estirpe.
Los camiones de la serie GD fueron los sucesores de aquellos CBA tan famosos en la Primera Guerra Mundial. Presentados en en octubre del 36, los GDR 7 diesel Ricardo con cuatro cilindros fueron construidos por miles hasta el fin de la producción en 1952 aunque tuvieron que atravesar el turbulento período de la Segunda Guerra Mundial, con sus cambios a motores de gasolina e incluso a gasógeno.
Una vez terminado el conflicto al GDR 7 le acoplaron frenos de patente Westinghouse a base aire comprimido que se utilizaban ya hacía mucho tiempo en los trenes y camiones pesados, con la ventaja del frenado automático y un mejor reparto de la potencia de detención. También se hacían más cómodos y precisos para el conductor, por lo que acabarían instalándose en el modelo tractor TDR 7.
Uno de los transportistas franceses de postguerra que apreció esas cualidades vivía en Monfavet, un pueblecito del departamento de Vaucluse, y respondía al nombre de François Richaud. Este señor había adquirido en 1942 un GDR 7 transformado a gasógeno al que le provocó una avería con el fin de que no fuese requisado por las autoridades de ocupación alemanas hasta una futura puesta en marcha, así pudo servirse de él hasta 1950 cuando lo cambió por un flamante GLR 8 de cinco cilindros.
Muchos años después su hijo Michel buscó un GDR con el fin de restaurarlo para homenajear a su padre, encontrando un ejemplar en 1987 al que pintó con la librea de la empresa familiar. El modelo se trataba de la versión plataforma larga con laterales abatibles de madera equipado con motor diesel Ricardo de 85 CVs de potencia, consumiendo unos razonables 27 litros de combustible a los cien kilómetros. Michel quedó tan encantado que le acopló un remolque y lo presentó en varios festivales del motor, como el de Avignon de 2016 en el que se le pudo ver transportando grandes barricas de vino.
Otro de esos camiones clásicos de entreguerras nos visita hoy, con ese brillo propio de las cosas restauradas y una estampa clásica se mire por donde se mire. La colección de Berliet les sigue rindiendo homenaje y hasta el mismo Michel alabaría la precisión y el gusto por el detalle de su GDR 7, sin obviar la calidad de la pintura, la realización de la caja y una parte delantera de notable efecto. También estamos seguros de que habría quedado satisfecho con la representación del interior, los bajos y la tampografía. Yo lo que puedo añadir es que por menos de 20 euros es una pieza que lo tiene todo y a la que no se le puede poner casi ni una pega; ésta sería como mucho los "pinchitos" de los faros.
Qué bonita miniatura clásica. La belleza del Berliet reside en su fortaleza, tan clásica como la imagen monumental de Aviñón y las barcazas del Ródano cercano. Avignon, la ciudad papal hermanada con Peñíscola y el Papa Luna. No estaría mal una sesión de Calabuch esta Nochebuena.
ResponderEliminarFeliz Navidad para ti y para todos los seguidores del blog.
Saludos.
Felíz Navidad!!!
EliminarUn monumento, eso es lo que es, a la supervivencia en los malos tiempos... lo que vivió ese camión tuvo que ser increíble.
La miniatura me dejó muy satisfecho, realmente sacaron un modelo a la altura de producciones de más enjundia. Totalmente recomendable!
Saludos!
Me encanta esta pieza Antonio, mucho mas que la de Ataya en su día esta es una debilidad, ya que siendo de la colección monomarca deja más de una alegría
ResponderEliminarFelices Fiestas
Saludos
Sí, están como mejor hechos, los detalles son más finos y tienen más partes.
EliminarFeliz Navidad para ti también!
Saludos.