El Bugatti Veyron fue un "Supercar" coupé biplaza construido en Molsheim (Francia) entre 2005 y 2015 contando sus dos generaciones. Concebido por el Grupo VAG, todas las piezas eran enteramente europeas y se ensamblaban a mano por un equipo de cinco personas durante tres semanas de trabajo, por lo que tan solo se produjeron 450 ejemplares cada una de ellas con su placa y numeración.
El Veyron partió de un concepto mostrado en el año 2000 durante el Salón Mundial de París, bajo el nombre de EB 18/4 Veyron. Los primeros ejemplares salieron de la fábrica en noviembre de 2005, en 2008 apareció la variante "Grand Sport", dos años más tarde la versión extrema "Super Sport" y finalmente (en 2013) la "Grand Sport Vitesse". En palabras de Ferdinand Piëch (entonces presidente del Grupo VAG), el objetivo era "crear el automóvil de serie más potente del mundo autorizado a circular en carretera".
Para ello había que idear un motor compacto y tan extremadamente potente que no existía en aquellos momentos, por lo que Bugati tuvo que enfrascarse junto con estudios de ingeniería de VAG en crear la planta motriz necesaria; trabajaron sobre el bloque del Volkswagen New Beetle y lograron diseñar un motor con 16 cilindros en W con ocho litros de cubicaje y mil caballos de potencia (luego en banco de potencia se reflejarían más de 1.100), sobrealimentado con cuatro turbos de geometría variable.
Semejante rendimiento necesitaba soluciones especiales en especial para su enfriamiento, sobre todo cuando circulaba a baja velocidad. Por ello se tuvieron que incluir cuatro radiadores con sus correspondientes ventiladores y un circuito con 55 litros de refrigerante, además la parte superior del motor iba al aire libre y la lubricación de las partes móviles necesitaba quince litros de aceite. La transmisión (que era integral) estaba comandada por un cambio de tipo doble embrague o DSG automática secuencial de siete relaciones proporcionada por el especialista inglés Ricardo, apoyada por un repartidor de par y un autoblocante central viscoso tipo Haldex. De esta forma, y con cierta habilidad, se podían alcanzar los 400 Km/h y una aceleración de 0 a 100 en 2.5 segundos, siendo el consumo medio unos 24 litros a los cien.
No menos importante fue el trabajo efectuado en el chasis, algo vital debido al importante peso de todo el conjunto, nótese que tan solo la caja de cambios ya pesaba 500 kilogramos... El equipo se fijó el objetivo de no sobrepasar los dos mil kilos y por ello se tuvo que emplear mucho tiempo en concebir un chasis de fibra de carbono unido a una estructura delantera de aluminio extrusionado y detrás de acero inoxidable interconectados por largueros; la reducción de peso continuó con la realización de los muelles y la línea de escape en titanio.
Pero cuando se va a alta velocidad también hay que pensar en cómo frenar una masa de dos toneladas a 400 Km/h con total seguridad, y por ello los ingenieros de Bugatti tuvieron que incluir un sistema de dobles discos de freno hechos en carbono y cerámica de gran diámetro con ocho pistones delante y seis detrás, proporcionados por la firma inglesa AP Racing. Así, fue posible detener totalmente al Veyron (desde los 400 Km/h) en tan solo diez segundos contando también con la ayuda de un "aerofreno" situado en el alerón trasero, desplegable automáticamente en menos de medio segundo.
Estaba claro que los de Bugatti alcanzarían su objetivo de poner a la venta el coche de serie más rápido del mundo y la verificación de ello tendría lugar en octubre de 2005 sobre el lago salado de Bonneville (EE.UU), al alcanzarse los 415 Km/h. El récord no les duró mucho, pero en julio de 2010 lo volvería a recuperar al marcar una velocidad punta de 431 Km/h con la versión "Super Sport".
Caso aparte fue la gran cantidad de series muy especiales y exclusivas construidas a veces a petición propia de algunos clientes multimillonarios, como la "Pegaso Edition" de 1.200 CVs para un rico ucraniano de Dubai, la "Pur Sang" (cinco ejemplares, sin pintar, con muchos elementos de carbono), la "FBG par Hermès" (con logos de Hermès, cuero bicolor, llantas específicas, bolso especial y calandra diferenciada), la "Sang Noir" (de quince unidades, con algunos elementos pintados de negro y cromados e interior de color naranja), la "Bleu Centenaire" (conmemorando el centenario de Bugatti, con pintura bicolor azul mate y brillante, cámara trasera y llantas específicas), la "Édition Centennaire" (para el concurso de elegancia de Villa d´Este, formada por cuatro unidades cada una con un color especial representando cuatro pilotos famosos) y la llamativa "Mirror" (enteramente cromada y expuesta actualmente en el museo de Volkswagen en Autostadt).
Ni que decir tiene la gran sensación que causó en su momento la aparición del Veyron, convirtiéndose de forma inmediata en objetivo de compra de la "jet set" y algunas figuras mediáticas como el jugador Cristiano Ronaldo. También logró algunos reconocimientos, como el que le hizo el programa inglés Top Gear al escogerlo como coche de la década. Sin embargo, algunos especialistas como Gordon Murray (el ingeniero inglés que estuvo tras la creación del McLaren F1) hicieron declaraciones negativas sobre el modelo, en concreto Gordon dijo que era "el ejercicio de creación más desnudo de sentido común en todo el planeta, un Bugatti de mil caballos y cuatro ruedas motrices". Para colmo cada unidad entrañaba pérdidas para VAG, pero los modelos comprados han resultado ser muy buenos negocios para los revendedores al alcanzar, desde su precio de venta original de 1.64 millones de euros, los dos millones.
Para mí fue un motivo de alegría la aparición (por fin!) de una de las miniaturas más deseadas por mí, al tratarse de un coche que si bien externamente no me "vuelve loco" lo considero una de las cumbres de la fabricación europea de automóviles avanzados. Por ello no deseaba tenerlo en una de las abundantes series baratas (algunas de ellas dignas, como la de la colección "Super Cars" de kiosko) y decidí esperar lo que fuese hasta tener la de Minichamps o AutoArt, esta última casi inalcanzable. Finalmente y gracias a las subastas pude obtener un ejemplar a buen precio aunque sin mi pintura ideal, ésta hubiese sido la combinación negra y azul. No obstante quedé encantado al ver la cantidad de buenos detalles del modelo, la calidad de la pintura y su excelente molde, que es la especialidad de Minichamps. Tampoco queda atrás el interior, aunque sea poco visible. No llego a ver cosas negativas en el modelo, si acaso la combinación de los colores que, aunque no lo parezca son dos. En todo caso refleja uno de esos coches que no me importaría tener repetidos, por lo que seguiré intentando obtener el AutoArt algún día.
Impresionante modelo, pero la verdad es que se les fue la mano.
ResponderEliminar55 litros de refrigerante, 15 litros de aceite, 24 litros cada 100 km, 500kg de caja de cambios, 2 toneladas de peso, discos dobles.
Creo que todo tiene un límite, los autos también.
Esta Bugatti es una proeza técnica, que demuestra que todo es posible, pero no a cualquier precio.
Al menos, esa es mi idea.
Y hablando de impresiones, me parece que el diseño no transmite la terrible complejidad técnica y potencial de performances de la bestia. Pero es una impresión alejada, de un peatón que jamás en su vida agarró una raqueta de rubgy!
El modelo le hace justicia, y quizá sirva de testimonio a escala reducida de la bestialidad de la bestial bestia.
Este coche hay que entenderlo como una jugada publicitaria, el Grupo VAG quiso "sacársela" (como decimos por aquí) y demostrar que una marca de prestigio de entre sus marcas podía hacer el coche más "todo" de la Tierra. Aún perdiendo dinero.
EliminarYo cero que le salió bien, en la mente de los aficionados a los coches ha quedado como lo más bestia, lo más caro, lo más ostentoso. Un modelo al cual no accede cualquiera y con más impacto mediático que tener un Ferrari de los exclusivos.
Aunque luego la mayoría de los dueños lo haya puesto en su salón y no hayan pasado de 100 por hora en toda su vida.
p.d. Raqueta de rugby? Inventaste un nuevo deporte?
Como tantas veces, coincido con tus comentarios, excelente miniatura (Minichamps no suele defraudar) con un color que no destaca, (en azul Bugatti, sería lo mas representativo, al menos a mi gusto). Sobre el Veyron y otros supercoches, sin duda, proezas técnicas, obras de arte para coleccionar, no sirven mas que para eso. Si me encantan?, desde ya que sí, pero, hasta el mismísimo Horacio Pagani lo manifestó en algún momento, juguetes caros, caprichos de pocos que, el resto de los mortales, si tenemos suerte, lo veremos pasar o en una expo (o en escala, como nosotros). Un gran saludo. Luis
ResponderEliminarHola Luis, me alegro de coincidir con una opinión más autorizada que la mía! Yo, como dije en la nota, lo hubiese preferido en la combinación azul (como la hacía AutoArt) pero esto es lo que pude conseguir.
EliminarTal cual dice Pagani, estos coches además son mostradores de tecnología en muchos casos, y consiguen prestaciones estratosféricas.
Otro gran saludo!
Formidable el modelo a escala.. Me encanta así todo negro, mas que en bicolor. Del auto real solo puedo decir que es brutal.. Y con ese poder de frenado que necesita, ha de quedar uno estampado en el parabrisas frenando de 400 a 0 km/h.. ja, ja
ResponderEliminarSaludos !!
Parece una cucaracha... pero vaya cucaracha!
EliminarPensé lo mismo, frenar a tope con este chisme te debe romper las costillas. Lo digo por el apretón del cinturón de seguridad. Y el cuello, no digamos... mantequilla pura.
Saludos!