El Herald fue un pequeño automóvil de dos y tres puertas comercializado bajo la marca Triumph entre 1959 y 1971, siendo fabricado en las instalaciones de Standard Motor en Coventry aunque también se envió como CKD a algunos países de la Commonwealth. El modelo se ofreció en variantes cabriolet, sedán ("Saloon"), familiar y versión comercial ("Courier"). Del Herald se aprovecharon varios componentes que formarían parte de otros Triumph famosos, como el Spitfire, el Vitesse o el GT6.
Diseñado por Michelotti, el Herald tenía como fin completar el catálogo de la marca Standard de berlinas propulsadas por un pequeño motor de cuatro cilindros en línea Sin embargo parece ser que al final el Herald salió como Triumph ya que esa marca tenía indiscutiblemente más valor; el tiempo parece que dio la razón a los que lo decidieron así ya que en 1963 Standard desapareció.
El trabajo de Michelotti se basaba en la concepción de un vehículo tipo berlina de dos puertas con amplias superficies de vidrio y ángulos cortantes en la carrocería, entonces muy de moda. Dicha carrocería iba atornillada al chasis y toda la parte delantera estaba abisagrada para permitir el acceso al motor; todos los paneles eran así mismo removibles para que se pudiesen construir las diferentes versiones del Herald
Tras una serie de viajes efectuados en 1958 entre Ciudad del Cabo y Tánger, los prototipos (después de efectuar una serie de cambios menores) darían lugar a la versión definitiva que sería presentada en 1959 en el Royal Albert Hall de Londres.
El motor que animaba inicialmente al Herald era el Standard SC de cuatro cilindros en línea y 948 cm3 de cubicaje proveniente del Standard 8/10 y 35 CVs de potencia, acoplado a él se encontraba una caja de cambios manual de cuatro velocidades (la primera sin sincronizar). Su dirección de piñón y cremallera proporcionaba un reducido espacio de giro y el sistema de suspensión trasero era una novedad para la marca al consistir en un resorte independiente unido a una ballesta transversal, siendo más convencional en el eje delantero.
La instrumentación consistía en un gran velocímetro con indicador de combustible para el sedán (opcionalmente se podía pedir un termómetro de refrigerante) insertado en un tablero de fibra gris; las alfombras textiles y la calefacción eran de serie. Pero existía un buen catálogo de complementos que incluían carburadores SU de doble cuerpo, asientos de cuero, tablero chapado en madera, amortiguadores Telaflo y varias pinturas.
Posteriormente aparecieron versiones más lujosas y alguna más económica (Herald S), pero el modelo evidenciaba bastante falta de potencia para ser un Triumph y además resultaba bastante caro. Al menos la compra de la compañía Standard por parte de Leyland Motors en 1961 favoreció la entrada de recursos y por ello el Herald fue relanzado en 1961 como Herald 1200, con un motor más potente (ahora tenía 39 CVs), nuevos asientos y tablero, paragolpes revestidos de goma y un control de calidad más exhaustivo. También se incluyeron frenos de disco delanteros como opción.
En el recuerdo quedó su inestabilidad a causa de la suspensión trasera cuando se le exigía a fondo aunque el modelo era fácil de conducir gracias a su ligera dirección y a la visión panorámica. Además era bastante fácil de reparar. Pero con la llegada de la última versión (13/60) en 1967 era evidente que su vida comercial estaba llegando a su término, cosa que sucedió en 1971 tras haberse vendido medio millón de ejemplares. Hoy en día son muy buscados actualmente por raros las variantes coupé y cabriolet ya que su presencia en el mercado fue muy corta, el resto de versiones (sobre todo el sedán) están ampliamente disponibles.
Ya iba siendo hora de sacar un Vanguards, uno de mis sellos preferidos, siendo en esta ocasión otro de esos moldes antiguos comercializados bajo la marca Corgi. A pesar de que casi no incluyeron renovaciones esta vez (nada de fotograbados!) el modelito me simpatiza mucho y creo que a cualquiera, además de que puede obtenerse a buen precio. Me gusta mucho ese aire a miniatura de la infancia, con base de metal en el mismo color (también atornillada a la carrocería tal y como ocurría con el modelo real) y su buen molde. Perdonaré el aspecto juguetero de la calandra, esas luces pintadas y el interior sencillo: hoy no se trataba de la precisión si no de la nostalgia.