Pertenece a una colección temática francesa sobre camiones Berliet, de la ed. Hachette
Potente, manejable, práctico y sobre todo muy robusto, el último superviviente de los vehículos taller para autobuses urbanos Berliet de París acude todavía al rescate de los autobuses de la ciudad de Arras tras sesenta y dos años cumplidos desde su puesta en servicio.
No sería hasta finales de los años 40 cuando la RATP (el consorcio parisino de transportes urbanos) obtuvo sus primeros vehículos taller concebidos específicamente para la tarea del auxilio a los autobuses averiados; hasta entonces se usaban viejos chasis de autobuses adaptados o últimamente seis camiones Dodge 6X6 que dejaron los americanos tras la guerra.
La adaptación del Berliet TLR 10 para la tarea de auxilio corrió a cargo del especialista parisino Championnet en 1955, creando una especie de furgón acristalado para facilitar las maniobras con un compartimento trasero que alojaba ruedas de repuesto, fácilmente extraíbles mediante unas rampas integradas. Anteriormente la RATP había usado otro Berliet, el modelo TLR 8, pero no había quedado muy satisfecha por la insuficiente potencia de su motor de cinco cilindros. Pero ahora se disponía de un vehículo con motor de seis cilindros que resultó, a parte de más potente (su masa máxima remolcable era de 26 toneladas) también más manejable gracias a sus menores dimensiones.
Estos camiones fueron equipados con las piezas mecánicas necesarias, las ruedas de recambio y una radio además de un gancho de remolcaje situado entre los dos cofres traseros; se destinaron al depósito de Saint-Mandé en 1970 y uno de ellos sirvió durante un tiempo a la flota de cuarenta unidades que la RATP puso a disposición de la ciudad de Grenoble cuando fue sede de invierno de los JJOO del 68.
El último de los TLR 10 para servicio de rescate continúa actualmente prestando sus valiosos servicios en la villa de Arras tras una renovación a fondo de su motor y chasis entre 1985 y 1987. A pesar de su dificultad de conducción debido a su doble embrague los conductores mecánicos de Artis encuentran un placer al conducir esta venerable máquina de trabajo.
Esta miniatura me causó gran alegría cuando la "capturé" no hace mucho en un kiosko francés una vez perdida mi esperanza de encontrar su antecesor: el GLR 10 de la RATP ofrecido como regalo para suscriptores de la colección "Autobuses y Autocares del Mundo". Como es habitual esas piezas son las más buscadas (y por tanto, caras), cuando apareció intenté hacerme con alguna pero resultó imposible sin perder algún órgano corporal. Por ello en cuanto tuve noticia de la salida de este TLR 10 me puse a la caza y cuando lo encontré no cabía en mí de gozo; el modelo es equivalente pero la librea me gusta incluso más todavía. Aparte la miniatura es muy buena y cuenta con detalles excelentes (y no solo el molde o la pintura), desde las luces insertadas hasta el interior, sus ruedas o no digamos ya la presencia de los cofrecitos traseros con sus ruedas. Es un modelo curioso, bonito y de calidad siendo a la vez de los que más me gustaron de toda la extensa colección, algo que es mucho decir al repasar esos camiones y autobuses tan buenos que Hachette puso en nuestras manos.